19 abril 2017 | Una simple «X” para ti, una cuestión de supervivencia para muchos |
¿Dónde se halla nuestro lado más humano?, ¿qué es la solidaridad?
Más de siete millones de personas te necesitan…
La crisis económica, aún patente en numerosos sectores y colectivos de nuestra sociedad, sumada al contexto de exclusión en el que, por desgracia, aún nos encontramos inmersos, hacen que sea de vital importancia esa “X” en tu “declaración”… Sí, ya sabes a qué “declaración” nos referimos: a la de la Renta, todo un manifiesto altruista. Un símbolo en pro de la población más vulnerable. No tiene ningún coste económico para ti y, con ese simple gesto, ni te devolverán menos dinero, ni tendrás que pagar más a Hacienda.
Los fondos recaudados se destinan al desarrollo y ejecución de programas sociales dirigidos a cubrir las necesidades ciudadanas de diversos colectivos; tales como: personas con discapacidad, atención a mujeres víctimas de la violencia de género, migrantes, asistencia a mayores, personas con problemas de adicción o infancia.
Los últimos datos estadísticos reflejan que el 44 por ciento de los contribuyentes no marcó la “X Solidaria” en su declaración de la Renta; bien porque dejaron en blanco su asignación (30%) o porque decidieron que sus fondos fuesen a parar exclusivamente a la Iglesia Católica (14%).
¿Por qué sigue existiendo un alto porcentaje de personas que muestran pasividad ante algo tan trascendental para nuestra sociedad, máxime cuando no les supone ningún tipo coste? Quizás, deberíamos plantearnos que, en algún momento de nuestras vidas, podemos ser nosotros lo que nos hallemos ante una situación de desamparo…
Los tributantes tienen la capacidad de decidir, cada año, el destino de una parte de sus impuestos. Una de las alternativas, desconocida por la gran mayoría de los ciudadanos, es la de simultanear las dos casillas mencionadas con anterioridad: la de “Actividades de Interés Social” con la de la “Iglesia Católica”. De este modo, la ayuda será doble.
Cualquier contribuyente puede marcar la “X Solidaria” y, al mismo tiempo, la casilla de la “Iglesia”. Es decir, no existe rivalidad alguna a la hora de elegir entre uno de los dos fines. Los fondos no se dividen en dos, sino al contrario: se suman. La cuantía total pasa a ser de un 1,4 por ciento, por lo que la aportación de cada persona subirá. De ese importe, un 0,7 por ciento se destinaría a proyectos de inclusión social y el otro 0,7 por ciento iría a parar a la Iglesia.
En definitiva, la colaboración conjunta, tanto con una como con la otra causa, es complementaria: no excluyente.
En el caso de no marcar ninguna de las casillas, la cuota íntegra del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF) se imputará a los Presupuestos Generales del Estado. De esta forma, cada “sujeto pasivo” dejará en manos del Gobierno la determinación de elegir en qué asignar esa parte de su dinero.
Recuerda, practica la ‘rentaterapia’: te sentará bien a ti y a siete millones de personas más.
¿A qué esperas?